“La paz pasa por la tierra y las manos de las mujeres campesinas”, dice Ángela Robledo
Bogotá, marzo 9 de 2016
“En términos generales a las mujeres les va mal en casi todos los indicadores sociales, económicos, políticos y culturales; son las más pobres entre los pobres, las mayores víctimas de la guerra y las que más sufren principalmente violencia en la casa y en la calle”, aseguró la representante a la Cámara y Co presidenta de la Comisión de Paz, Ángela Robledo.
Pero si los indicadores urbanos no dan tregua, en las mujeres campesinas se ensañan todos los males de la exclusión, la pobreza, la desigualdad y la discriminación. “Es en el campo, el principal campo de batalla de esta guerra de casi 60 años, donde se concentra la mayor desigualdad en Colombia con un índice de Gini de 0,82, donde 1 significa la desigualdad total”, dijo la parlamentaria Robledo.
Aunque las mujeres son quienes trabajan la tierra, sólo poseen el 27% de los títulos, frente a un 73% de los hombres (OXFAM 2013). La tierra está concentrada en unas pocas manos dedicadas a la ganadería y a los grandes cultivos. Una de cada cuatro mujeres rurales no ha terminado la primaria y apenas el 9,5% tiene estudios universitarios.
En Colombia hay 5,3 millones de las cuales 2,5 viven en condiciones de pobreza. Más de la mitad, 51,7% han sido víctimas de desplazamiento. El desempleo de las mujeres en la ruralidad en cinco veces más alto que el de los hombres: 18% frente a 3,7%.
La brecha salarial en el campo, entre hombres y mujeres es del 40%, en la Colombia urbana esta brecha es del 20%. En Colombia el 53% de las mujeres rurales no tienen ingresos propios –según la CEPAL es el porcentaje más alto de América Latina-.
De acuerdo con Ángela Robledo, en el campo las mujeres sufren una triple condición de discriminación: ser mujer, pobre y campesina con una sobrecarga de trabajo de hasta cuatro jornadas que empiezan muy temprano en la madrugada y terminan tarde en la noche. Adicional, son mujeres sobrevivientes en territorios de guerra donde, en muchas ocasiones, les toca asumir el rol de cabezas de familia porque pierden a sus compañeros en la guerra y sufren el reclutamiento, la ausencia y, muchas veces, la muerte de sus hijos.
“No podemos siquiera pensar en que el desarrollo rural integral se diseñe sin las mujeres, ellas tienen que ser las protagonistas de la economía campesina”, dijo la congresista Ángela Robledo. Al tiempo que afirmó que el campo, en el escenario del posconflicto, tiene que construirse de la mano de las mujeres para hacer efectiva la llamada paz territorial; con mayor presencia del Estado, con condiciones y dotaciones para ellas: servicios públicos, salud, educación, empleo digno, acceso a justicia real, seguridad alimentaria, oportunidades reales para los jóvenes, entre otras, que las cobije a ellas y a sus familias”.
La paz territorial tiene que poner el foco en la disminución de las brechas que existen entre las mujeres del campo y las urbanas e igualar a hombres y mujeres en derechos. En particular es clave trabajar en el acceso, la democratización y la titularidad de la tierra, asesoría técnica, capital semilla, flexibilización de los créditos, subsidios y oportunidades de comercialización.
Unas 300 lideresas de organizaciones campesinas y populares, convocadas por los representantes Ángela Robledo, Inti Asprilla y Alirio Uribe, se reunieron esta mañana en el Congreso para analizar el pobre cumplimiento de la Ley 731 de 2002 que básicamente se quedó como muchas leyes en el papel.
PRENSA 3202343806 MARGARITA SARMIENTO