Mujeres en riesgo de ser asesinadas por sus parejas
¿Sabían ustedes que la violencia en los hogares colombianos cobra más víctimas que la guerra? Dicho de otra manera: ¿sabían ustedes que mueren más mujeres en la casa que soldados en el campo de batalla? Las preguntas y las respuestas en sí mismas son aterradoras: a las mujeres en este país las están matando quienes dicen que las aman: sus exesposos o sus parejas.
Así lo denunciamos el pasado 12 de agosto en el Congreso de la República con la Representante Angélica Lozano, en un debate de control político al que asistieron el Ministro de Justicia, Yesid Reyes; la directora del ICBF, Cristina Plazas; el director de Medicina Legal, Carlos Valdés; la Procuradora Delegada, Ilva Myriam Hoyos, y los delegados de la Policía Nacional y de la Defensoría del Pueblo.
Así también lo denunciamos en un comunicado de prensa difundido ampliamente por los medios de comunicación, en el que advertimos que durante el 2014 Medicina Legal realizó 75.939 peritazgos por violencia intrafamiliar, que incluye violencia contra los niños, niñas y adolescentes, violencia contra los viejos y violencia de pareja, frente a la cual las mujeres y niñas llevan la peor parte, con un 85% de los casos.
La violencia contra las mujeres en todos los escenarios es absolutamente intolerable, pero lo es más en la casa, que hoy constituye el primer campo de batalla. Comparando estadísticas de soldados muertos en combate, frente a mujeres asesinadas en sus casas, nos da una cifra escalofriante: mientras en un mes mueren 21 soldados, 63 mujeres son asesinadas por violencia de género. Sólo entre enero y febrero de este año 126 mujeres fueron asesinadas por ser mujeres. Lo más aterrador del asunto es que la casa y los esposos constituyen un peligro para las mujeres. De acuerdo con Medicina Legal son los esposos, ex esposos, novios, compañeros o ex compañeros permanentes los principales agresores.
Con un agravante: mientras escribo esta columna, sabemos que Medicina Legal tiene 2115 mujeres plenamente identificadas que se encuentran en riesgo de ser asesinadas en sus casas a causa de la violencia de pareja, en ciudades como Popayán, Bogotá y Cartagena, lugares donde impera el silencio, la impunidad y el miedo a denunciar. Incluso, duele decirlo, impera la falta de solidaridad de algunos familiares con las víctimas, lo cual termina por convertirlos indirectamente en cómplices de la violencia. Y duele decirlo porque aún conociendo esta barbarie, el Estado y la sociedad en su conjunto no se movilizan para detenerla.
Ni siquiera las comisarías de familia han dado abasto para erradicar tanta injusticia, pues en la mayoría de los casos las medidas de protección que ofrecen no se cumplen, no son claras las rutas de atención y no se les hace seguimiento a los casos más críticos, los cuales en varias oportunidades terminan engrosando las cifras de mujeres asesinadas en esta Colombia “ciega, sorda y muda” ante la violencia en el hogar.
El panorama es desalentador, y así lo ratificamos en el comunicado de prensa que emitimos a propósito de nuestro debate de control político, donde dejamos constancia a todas las autoridades y organismos del Estado presentes que la violencia intrafamiliar es un problema de salud pública y la violencia de pareja es una clara violación de los derechos humanos fundamentales de las mujeres, con unos costos incalculables en términos de salud física, mental y años de vida perdidos. Según CEDE-FONADE (2008), la violencia intrafamiliar le cuesta al país 8,7 billones de pesos al año, lo que representa el 4% del PIB.
Las denuncias y el comunicado completo lo encuentran en mi sitio web www.angelarobledo.com, cuyos contenidos y testimonios les invito a consultar en más detalle para constatar el drama que rodea a las mujeres.
Y a pesar del triste panorama, guardo la esperanza que la paz en nuestro país empiece por casa. Por eso les invito a denunciar; les convoco a movilizarse pacífica y solidariamente a favor de las personas que en este momento les están violando sus derechos humanos, y que hoy se encuentran en riesgo de morir. Podemos salvarles la vida. ¡Las queremos vivas!