El destape de Alejandro Ordóñez
Todo parecería indicar que el próximo martes, fecha en la cual vence el plazo para inscribir los comités del Sí y del No para votar el plebiscito por una paz estable y duradera, veremos en el Consejo Nacional Electoral al señor Alejandro Ordóñez exprocurador general de la nación, suscribiendo su comité por el No a la paz, para continuar la tarea de feroz oposición que ha adelantado al proceso de paz en Colombia. Y es que él de manera implacable, de la mano de su amigo el expresidente Álvaro Uribe Vélez, día a día buscó apoyar la continuidad de la guerra, con sus discursos enardecidos y su burla socarrona.
Pero en esta oportunidad tendrá que hacerlo con sus propios recursos o los de sus amigos, ya que en su paso por la Procuraduría General de la Nación, fueron nuestros recursos públicos los que utilizó a manos llenas para asustar, amedrentar e irrespetar a todos aquellos que no compartían sus dogmas y sus verdades a medias. Lleva años queriendo quitarle legitimidad a la búsqueda de una salida negociada a un conflicto de más de 50 años en nuestro país, solución que reclaman más de 8 millones de víctimas, más de 200 municipios de nuestra Colombia profunda que viven en una inmensa pobreza y más de un millón de jóvenes objetores de conciencia que han propuesto prestar un servicio social, ellos le pidieron a Alejandro Ordóñez proteger su derecho a la objeción de conciencia y nunca lograron ser escuchados. Esta era su responsabilidad como procurador, el ser garante de la protección de los derechos humanos de todas y todos los colombianos.
Su salida no obedeció como lo dijo al conocer el fallo del Consejo de Estado, al cumplimiento del primer acuerdo Gobierno-Farc, frase mentirosa con la que quiso ocultar la verdadera razón de su destitución: su clientelismo puro y duro. En la demanda interpuesta por un grupo de abogados, entre ellos Rodrigo Uprimny, fue denunciado porque algunos de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que votaron por él para ternarlo y muchos senadores quienes lo eligieron, fueron favorecidos por Ordóñez con el nombramiento de parientes, -esposas, hijos, primos-, con lo cual violó el artículo 126 de la Constitución colombiana, el cual señala que los funcionarios públicos no podrán nombrar ni postular a quienes hubieren intervenido a su vez en su postulación, ni a personas que tengan con ellos vínculos familiares. Esta fue la razón por la cual el Consejo de Estado anuló su postulación y lo cual produjo su destitución el pasado 7 de septiembre.
Por eso nuestra primera reacción en medios y redes sociales ante la noticia de su destitución fue “bien-ido señor Ordóñez” y en ese momento recordé: la persecución implacable a quienes consideraba sus enemigos para sus aspiraciones políticas, Piedad Córdoba, Gustavo Petro, Iván Cepeda, entre otros; su silencio cómplice frente a las ejecuciones extrajudiciales de cientos de jóvenes en Colombia; sus expresiones violentas contra las mujeres y la población Lgbti; sus abusos de poder porque si bien durante su primer período pudo haber adelantado una tarea para depurar la corrupción en tantos lugares de Colombia, muchos de estos funcionarios se consideraron injustamente destituidos, porque se les violó el debido proceso. Su lenguaje con el paso de tiempo se volvió cada vez más grotesco y agresivo, recordemos como para referirse a periodistas que lo cuestionaban se expresó de ellos como “escriben sus artículos entre pase y pase”; del presidente Santos cuya animadversión se hizo cada día más evidente lo trató de “culipronto”, que había “perdido la vergüenza “ y de Gustavo Petro quien propuso una opción alternativa para los consumidores de sustancias psicoactivas “se la fumó verde””.
El destape de Ordóñez no solo se dará en torno a su militancia por el No al plebiscito por la paz del próximo 2 de octubre, sino también frente a sus aspiraciones presidenciales. Allí tampoco la tendrá fácil. Si bien muchas de sus posiciones de extrema derecha como católico fanático, quemador de libros, homófobo, misógeno y clientelista, son compartidas por militantes del llamado Centro Democrático y del Partido Conservador, en las dos colectividades hay aspirantes que no ven con buenos ojos que a última hora se les cuele el señor Alejandro Ordóñez. Amanecerá y veremos, por lo pronto muchas personas celebramos hoy su salida de la Procuraduría General de la Nación, a donde nunca debió haber sido reelegido.