Presente y futuro de la Ola Verde
Mediante el presente escrito quiero compartir algunas reflexiones en torno de ese aún no suficientemente entendido fenómeno de movilización social denominado ‘La Ola Verde’. Igualmente creo necesario, en la actual coyuntura, reiterar una serie de propuestas en torno al papel que algunas y algunos quisiéramos que este movimiento jugara en el proceso de construcción de un partido político que contribuya a una profunda transformación de las formas tradicionales de la acción política en Colombia.
De esta manera, aspiro a contribuir al necesario diálogo entre quienes de manera transitoria ocupamos los cargos de dirección de un Partido Político en construcción, el Partido Verde, y los miles de ciudadanos y ciudadanas que en cada uno de los municipios y regiones de un país tan diverso como el nuestro, han expresado – no sólo por la vía electoral – su identificación con una serie de principios, prioridades y propuestas programáticas que expusimos en la campaña presidencial, y que constituyen la base insustituible de las propuestas que debemos poner a consideración de la ciudadanía con miras a las elecciones regionales del próximo mes de octubre.
Creo necesario en primer término expresar mi cordial, pero no por ello menos tajante, disenso en relación con aquellas opiniones que han buscado minimizar la importancia de la Ola Verde. Aunque por obvias razones no es posible, en este instante, esperar de la ciudadanía un grado de movilización como el que vivimos en los momentos más importantes de la pasada campaña presidencial, no es menos cierto que en la historia reciente de nuestro país no se había vivido un proceso tan refrescante y esperanzador como el que propiciaron miles de simpatizantes de nuestra propuesta Verde. Tampoco resulta posible aspirar a consolidar nuestra legítima aspiración de dirigir los destinos de municipios y departamentos, sin contar con el apoyo entusiasta, creativo, generoso y propositivo de los ciudadanos y ciudadanas que ‘hacen’ la Ola Verde.
Quizás convenga empezar haciendo un poco de memoria sobre el camino que hemos transitado, para señalar cómo la ‘Ola Verde’ solo puede comprenderse cabalmente si se la considera el resultado de la confluencia entre los planteamientos de nuestro Partido Verde, y la manera como importantes sectores sociales interpretan su realidad y buscan salidas a las difíciles situaciones que la caracterizan.
Nuestro Partido Verde tuvo la posibilidad de adelantar una consulta interna en la que participaron Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Lucho Garzón, cada uno de ellos importantes líderes en el proceso de transformación que vivió Bogotá desde la década de los 90s. Esa campaña, basada en la argumentación, en la comunicación apreciativa y en el rechazo radical a las formas tradicionales y corruptas de ejercicio político, se convirtió en el polo de atracción de sectores jóvenes – los llamados “primi-votantes” – y de otros sectores que comparten con nosotros la urgencia de afianzar una cultura de la legalidad. La llegada de Sergio Fajardo como fórmula Vicepresidencial potenció enormemente nuestra capacidad de convocatoria. La unión se constituyó en la base de nuestra fuerza, y así lo reflejaron nuestras consignas.
Por distintas razones que habrá que ponderar, nuestra propuesta política no recibió el respaldo mayoritario del electorado. En recientes pronunciamientos suscritos por algunos de los miembros del ‘Movimiento Ciudadano Verde’, se hacen cuestionamientos a la estrategia comunicativa de la campaña. El propio candidato ha hecho, reiteradamente, declaraciones autocríticas sobre el manejo de la misma. Pero no menos importantes en el resultado fueron la campaña negativa empleada en contra nuestra, y el abuso del poder reflejado en el uso demostrado de subsidios oficiales para ‘aceitar’ la maquinaria de los partidos tradicionales; la abierta e ilegal participación del entonces Presidente Álvaro Uribe a favor del candidato ganador; y la aún no esclarecida acción de desprestigio y de sabotaje electrónico en contra de la independencia de las autoridades electorales.
No creo necesario extenderme más en un debate que está pendiente, pero sí considero conveniente rememorar estos hechos para que sirvan de base a las decisiones que nos corresponde tomar en el aquí y el ahora. Ese ahora sobre el cual Antanas Mockus señaló al término de la campaña que debería aspirar a ‘todo’, un todo cuyos alcances y concreciones debemos construir todas y todos.
En la actual coyuntura, ese ‘todo’ al que aspira el Partido Verde tiene que ver con el propósito legítimo de ganar el mayor número posible de Alcaldías y Gobernaciones, y de curules en las Asambleas y Concejos. Para lograrlo, y según las circunstancias de cada municipio y departamento, será necesario entrar en alianzas de distintos tipo con otros movimientos y partidos políticos que, en la palabras y en los hechos, compartan nuestros principios, prioridades y propuestas. Así lo hemos entendido claramente, y por ello propusimos a la Dirección General del Partido la adopción de unas reglas de juego claras y transparentes sobre este tema, al igual que sobre los no menos importantes temas de los directorios locales y los criterios para la expedición de los avales a los candidatos y candidatas que serán voceros de nuestras ideas y planteamientos en las elecciones que se aproximan.
Por razones que explicó en su momento, Antanas Mockus decidió apoyar el nombre de Enrique Peñalosa como alguien que puede representar bien a nuestro Partido en la Alcaldía de Bogotá, convocando el apoyo de otras fuerzas políticas y de los miles de ciudadanos y ciudadanas que han permanecido al margen de los procesos electorales.
En su carta de apoyo al hoy candidato, Antanas Mockus señaló con razón que la amplia convocatoria y la invitación a construir alianzas políticas no debería extenderse a aquellas personas que habían incurrido en prácticas que van en total contravía de los principios que encarna el Partido Verde, una organización en pleno proceso de fortalecimiento, y que promueve una nueva forma de hacer política que busca aportar en la construcción de soluciones institucionales, pacíficas, consensuadas, participativas y transparentes, a los muchos problemas que afectan a nuestro país.
Para que no quedara sombra de duda, Mockus puso como ejemplo prácticas políticas inaceptables como las denominadas yidis-política, parapolítica, chuzadas, falsos positivos y agro-ingreso seguro.
Lamentablemente, y de manera sorpresiva para muchos, Enrique Peñalosa reiteró su interés con contar con el apoyo de Álvaro Uribe – así, con nombre e identidad política propios – para lograr su aspiración de llegar a la Alcaldía de nuestra querida ciudad. Frente a tales afirmaciones, expresamos con total claridad que estamos convencidos de la urgencia de trazar una clara distancia con prácticas de su gobierno como las arriba enunciadas y que constituyen formas de corrupción en la gestión pública contra las cuales nos levantamos cientos, miles, millones de hombres y mujeres que simpatizamos, apoyamos, militamos y queremos seguir haciendo parte de esa esperanza que constituye nuestro Partido, el Partido Verde.
La corrupción de los funcionarios públicos tiene que ser una conducta que produce el más hondo rechazo social. La indebida apropiación de los recursos aportados por todos y dirigidos a atender las necesidades de todos, y prioritariamente de aquellos más vulnerables social y económicamente, debe ser rechazada con una fuerza aún mayor de aquella con la que se rechaza, se denuncia y se castiga la apropiación indebida de los bienes de los particulares.
En una comunicación que hicimos pública dijimos sin ambages: Álvaro Uribe, y el “Uribismo” no tienen nada que ofrecerle a Bogotá:
Ahora bien, a quienes buscan distinguir la figura de Uribe de las prácticas políticas que se describen como “Uribismo”, nosotros respondemos que tales prácticas, ejercidas por líderes políticos y de opinión, por movimientos y Partidos o grupos dentro de ellos, son absolutamente incompatibles con los propósitos de nuestro Partido Verde y de quienes asumen la responsabilidad de representarlo.
Cosa distinta son los miles, los millones de colombianos y colombianas que apoyaron al gobierno Uribe con la esperanza de alcanzar un mejor estar para ellos y para sus familias. Ellos son nuestros compatriotas, nuestros conciudadanos y conciudadanas, con ellos y por ellos queremos trabajar a través de un Partido político que debe representar, en el discurso y en la práctica, una ruptura con las viejas formas de hacer política que han conducido al lamentable estado de cosas que prevalece entre nosotros en lo económico, en lo político, en lo social y en lo cultural.
Señalamos también entonces que los miles y miles de jóvenes que rompieron su apatía frente a la política para participar de manera activa, innovadora, generosa y esperanzadora en la pasada campaña presidencial reclaman que los candidatos y las candidatas a los cargos de elección popular sean y se mantenga verdes. Tienen igual derecho los hombres y mujeres de todas la edades, incluyendo por supuesto a nuestros viejos y viejas, depositarios de un saber nacido de las muchas experiencias vividas, riqueza que permanece desaprovechada aún.
Los partidos históricos han perdido su capacidad para interpretar los anhelos de un nuevo país que ha surgido en los últimos años, un país joven, más abierto al mundo, menos ideologizado pero no por ello menos deseoso de afirmar unos principios éticos que le sirvan de guía en la construcción de una sociedad más incluyente, más justa, más próspera y en donde los derechos de la mayoría sean respetados y garantizados por un orden profundamente democrático en el sentido más auténtico del término. Este es el país en donde ha nacido, y donde todas y todos podemos contribuir para fortalecer a nuestro Partido, el Partido Verde.
El Partido Verde es un sueño colectivo en construcción que va mucho más allá de sus actuales dirigentes. Es un sueño, que para hacerse realidad debe traducirse en una acción colectiva permanente, capaz de cambiarle el rumbo a nuestras ciudades y departamentos, e incluso, a algunas de las decisiones ya tomadas. Para lograrlo, será necesario potenciar y encauzar de manera creativa la fuerza inmensa de la ‘Ola Verde’ que se alza nuevamente en el horizonte.
Quiero, entonces, invitarlas e invitarlos a pasar de la conectividad al contacto, de la democracia y la participación virtual al diálogo personal y presencial. Comprendemos y compartimos algunas de sus inconformidades y su indignación. Coordinemos un encuentro.