Opiniones de Angela Robledo sobre el Partido Verde, la Paz, el gobierno de Santos y la Marcha Patriótica
Ángela María Robledo ha sido una revelación como congresista. Esta manizalita se ha declarado en disidencia en el Partido Verde, luego de que este aceptara el apoyo de Álvaro Uribe en la campaña para la alcaldía de Bogotá. Por eso tiene un proceso dentro del Partido, lo cual no la intimida para decir lo que piensa. Aunque este es su primer cargo de representación pública, tiene una trayectoria importante en varios escenarios. Primero como académica en la Universidad Javeriana, como directora de la Fundación Restrepo Barco, como directora del Departamento Administrativo de Bienestar Social, en la alcaldía de Mockus, y ahora como representante a la Cámara. Sin duda una de las mujeres con más empuje y futuro político en la franja de la centro-izquierda. Estas son sus reflexiones sobre el país.
¿En qué va la investigación que le abrió la comisión de ética del Partido Verde?
El origen de la apertura de la investigación es el acto de disidencia en septiembre del año pasado cuando ‘me niego’ al apoyo que Álvaro Uribe le dio a Peñalosa. Lucho Garzón había dicho que no nos íbamos a subir a la tarima con Uribe. Porque era inadmisible después de la campaña que habíamos hecho que Álvaro Uribe fuera copartidario del Partido Verde en especial en Bogotá. Nosotros de tiempo atrás habíamos dicho que no íbamos a acompañar la campaña de Peñalosa en Bogotá, pero sí otras. De hecho yo acompañé la campaña de Sergio Fajardo en Antioquia, a Juan Guillermo Restrepo en Atlántico, en el Valle del Cauca acompañé a los muchachos ‘Piensas Verde’ y a Sofi Ospina candidata al concejo.
Entonces surge una proposición de que nos expulsen del Partido y se conforma un Comité de Ética conformado por tres personas: Alfonso Castelblanco que es muy cercano a Alfonso Prada; Mestre cercano a Jorge Londoño y Camargo que es pariente de Carlos Ramón González. Se abrió indagatoria y conocimos que la propuesta estaba firmada por 111 personas cuyas firmas no son claras. Explicamos por qué éticamente no podíamos apoyar a Peñalosa, sin embargo con todo eso nos abrieron el proceso.
Se nos prejuzgó. Se nos dijo que podíamos ser expulsados, que nos podían quitar la voz y el voto en el Congreso de la República, o que nos podían acusar por doble militancia, cosa que absolutamente traída de los cabellos. Nosotros recusamos a Oscar Castelblanco porque se nos notificó a través de los medios. Pero aún hoy yo me sostengo y me niego todas las veces que sean necesarias a subirme a una tarima con Álvaro Uribe Vélez que representa un proyecto de país y sociedad totalmente opuesto al sueño del Partido Verde. Estamos en un desgaste innecesario, muy tonto, pero vamos a ver qué pasa. A nosotros nos quieren cobrar el fracaso de Peñalosa en Bogotá.
¿Qué pasa hoy en el Partido Verde, y cómo lo ve usted?
Desde que arrancó el Partido Verde en octubre de 2009, era una confluencia de corrientes, muy atado a personas, a figuras, pero creo que se ha convertido en todo lo que queríamos evitar. El Partido Verde se volvió un paraguas para avales; sólo se activa como maquinaria en el tema de las elecciones y hoy es una enorme desilusión para la ciudadanía. Yo tengo una segunda esperanza sobre el Partido Verde. Por eso sigo trabajando. El problema es que quienes lo lideran creen poco en los partidos: Antanas, Peñalosa, Sergio, creo que hasta el mismo Lucho.
¿Cree que el Partido verde tiene una segunda oportunidad?
El partido tiene que democratizarse. La dirección nacional del partido se parlamentarizó. Este año hay dos congresos, el de mujeres y el de jóvenes, que se abren como nichos de debate programático y de espacios de democratización para que las direcciones departamentales y municipales tengan fuerza.
Lo que acaba de ocurrir en el Valle del Cauca por ejemplo. El candidato que se había trabajado desde la región era Jesús Piñacué. Luego va un miembro de la dirección nacional delegado por un Concejo Ejecutivo que no tiene ninguna validez estatutaria, y los descalifica y el Partido Verde apoya el candidato de la coalición en el Valle del Cauca. O el caso de Antioquia. Uno diría que el jefe natural del Partido Verde hoy en día, si vamos a tomarlo por votos, es Sergio Fajardo pero en eso no ha habido claridad. Por eso se necesita democratización. Somos una cantidad de congresistas con espacios de debate, con visibilidad en la opinión pública, con tareas en el Congreso, pero no somos bancada. Esto es una sumatoria de individualidades y eso no es un partido.
¿Cómo ve usted el tema de la paz en el país?
Frente a la paz también somos voces individuales. Yo creo que si algo ha movido a Lucho Garzón en su vida es ese tema. Lucho sueña con un país en paz. Me sueño la salida vía negociación, vía diálogo, no sé cómo se la sueñe Lucho ni si Santos aspira a una rendición, a un sometimiento o a un verdadero diálogo. Yo creo que de los sometimientos no queda sino resentimientos y odio y que ni las Farc ni el Eln se van a someter.
Mi gran sueño es que uno pudiera dentro de dos años terminar una tarea legislativa y haber aportado a la paz con la justicia social. La paz no es solamente el silencio de los fusiles: son reformas fuertes y contundentes en salud, educación, vivienda. Poco a poco, de manera gradual, hay que ir desmontando el presupuesto de la gran empresa de Colombia que es la guerra: los soldados, los militares, la artillería, los grandes aparatos, los helicópteros. Yo espero en eso, encontrarme con Lucho Garzón y ojalá esa pueda ser una posibilidad de pensar en que es posible seguir en el Partido Verde así ya tengan este proceso disciplinario que fue abierto de manera tan injusta e irregular. Quiero seguir siendo Verde. Yo nunca había estado en un partido político y no quisieras a tan corto tiempo estar saliendo de él, pero el Partido Verde tiene que reconfigurarse.
Usted fue de las pocas congresistas que asistió al congreso de la Marcha Patriótica ¿Por qué lo hizo?
Me invitaron algunos de los miembros de la MANE a quienes yo acompañé en las marchas del año pasado por dos razones. Una, porque me parecía inadmisible que fuéramos a hacer una reforma a la educación inspirada en el espíritu de la reforma a la salud. Más aún cuando ya sabemos que pasa cuando a un derecho se le aplica la racionalidad del lucro. Y segundo por la manera imaginativa como llenaron las calles de Colombia y nos hicieron revivir y pensar que era posible la utopía.
Ellos me invitaron a participar en la Marcha Patriótica y además yo hago parte de Colombianos y Colombianas por la Paz,estuve en Barranca, acompañando el movimiento de campesinos, de indígenas, de mujeres, de afros y vi una demanda de quien vive la guerra día a día, y demandan una salida negociada y rápida al conflicto. La Marcha me parece una expresión cultural, ciudadana y política de base en un contexto donde los partidos se volvieron apenas canales electorales. Por eso los acompañé, por eso la veo con tanta ilusión.
¿Qué opinión tiene de la administración de Gustavo Petro?
Este fin de semana estuve releyendo el plan de desarrollo a mí me parece que lo que hace Petro es darle una enorme visibilidad a lo que Bogotá ha venido construyendo de tiempo atrás. Él toma el corazón del concepto, ya no es Bogotá sin indiferencia sino ‘Bogotá Humana’ y yo diría que un 80% del plan de Petro es ese concepto de revitalización donde pueden vivir personas de todas las clases sociales, de todas las etnias; eso me parece fundamental porque Bogotá sigue siendo muy segmentada.
La apuesta de una educación fuerte desde el inicio de la vida hasta una jornada completa me parece que es de las políticas que si logra hacerse quizás es de lo más garante de los derechos de niños y jóvenes en Colombia. El tema de víctimas, de pensar una ciudad sostenible, donde el gran ordenador es la naturaleza y de manera específica el agua. Tiene un enorme reto. Creo que comunicativamente no ha logrado decirnos cuáles son sus prioridades, pues loveo muy disperso y defendiéndose mucho. Me encantaría verlo más tranquilo, más sereno, más amable con la ciudadanía que lo eligió.
Creo que ese es el gran reto de Petro: enamorar a bogotanos y bogotanas de este proyecto de Bogotá Humana.
¿Qué valoración tiene del gobierno del presidente Santos?
Santos para mi es indescifrable. Me parece que hay muchas contradicciones en su gobierno. Por un lado está esta apuesta por el Marco por la Paz, y por el otro la ampliación del fuero militar, y ligado a eso un presupuesto cada vez más alto para la guerra. Una contradicción entre un hombre que le ha apostado a la urna de cristal y que cuando se tramitó la reforma para la salud todos sabíamos que las EPS son un nido de corrupción, que las grandes empresas farmacéuticas también, nada se hizo de manera fundamental para tocar esas dos venas rotas del sistema. ¿Por qué sigue vinculado un superintendente de salud que tiene tantas relaciones con el mundo de las farmacéuticas y que venía también con relaciones tan cercanas en el mundo de las EPS? me pregunto ¿Cómo es que despide a la directora del ICBF diciéndole que se fuera a disfrutar unas justas vacaciones cuando sabía que estaba entregando una institución con múltiples expresiones de corrupción?
Uno no siente que hayamos pasado del escritorio al territorio, parece que hace falta mucha cercanía con la ciudadanía. Para mí es un hombre frío, un gobernante diplomático con muchas máscaras. Entonces mi balance es agridulce, creo que ha habido avances pero no sé qué tan dispuesto esté Santos a hacer verdaderamente un corte de cuentas con el gobierno anterior.
Entrevista realizada por Luis E. Celis para Nuevo Arco Iris