Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, considerado uno de los maestros de la sospecha, se sentía orgulloso de destruir las ilusiones de quienes desde sus pequeños y frágiles pedestales construían una imagen benévola y sempiterna de sí mismos. Eligió como uno de los caminos para adentrase en el conocimiento del inconsciente y de sus manifestaciones en pensamientos y actos, el estudio de lapsus, chistes, síntomas y sueños.
Por ello considero que si Freud aún viviera, algunas de las tristes frases de políticos colombianos, se habrían constituido en un excelente material para su trabajo clínico. Estos personajes sin acudir en un discreto consultorio, al clásico diván freudiano, sino por el contrario eligiendo el ámbito público para hacer sus revelaciones, quedan con sus frases de alguna forma retratados en cuerpo y alma y nos permiten comprender un poco más los motivos de sus actuaciones. Aquí van algunas de estas frases, no sin antes advertir que fueron cuidadosamente elaboradas por «mi gente linda, mi gente bella». La colección podría ser infinita, sin embargo, recordar algunas de ellas constituye todo un ejercicio de memoria histórica. Las hay para todos los gustos y propósitos.
Las hay, por ejemplo, para los cínicos:
– «Nosotros no tenemos desplazados, tenemos migración en buena parte por el paramilitarismo y la guerrilla. Esa gente se fue para ciudades y allá están como migrantes»: José Obdulio Gaviria.
– «De seguro, esos muchachos no andaban recogiendo café»: Álvaro Uribe a propósito de los mal llamados falsos positivos.
– «Con prácticas de buen Gobierno lideré esta entidad»: Elvira Forero, exdirectora del ICBF.
– «Miguel Nule, tras de ladrón, bufón»: Samuel Moreno.
– «Agro Ingreso Seguro fue diseñado con paredes de cristal. Lo que algunos no soportan es que los campesinos nos quieran»: Andrés Felipe Arias.
Las hay para quienes gozan de una «inteligencia superior»:
– «Los andenes no son suficientes por sí solos, necesitan un destino. Debemos poder caminar hasta la tienda para comprar el pan y la leche»: Enrique Peñalosa.
– «¿En qué nos equivocamos? En el afán del día de no revisar artículo por artículo»: Simón Gaviria, tras reconocer que «leyó por encima» la conciliación de la Reforma a la Justicia.
Las hay para quienes profesan el valor de la humildad:
– «No tengo cómo pagar la gasolina de dos vehículos. Prefiero no robar al Estado y que me paguen la gasolina»: Juan Manuel Corzo.
– «El enfermero de la ambulancia me acostó, me pidió que le diera mi reloj (un Rolex), se lo entregué y se lo robó»: Fernando Londoño.
– «¡Hombre!, ¿cómo le van hacer a un Senador de la República una prueba de alcoholemia?»: Eduardo Merlano, honorable congresista.
– «Las dignidades del Estado, incluido el Vicepresidente, no pueden andar como zarrapastrosos»: Angelino Garzón.
Las hay para pedagogos y ejemplares pacifistas:
– «Estoy muy berraco con usted y ojalá me graben esta llamada. Y si lo veo le voy a dar en la cara, marica»: Álvaro Uribe.
– «Si mi marido me pega, por algo será»: congresista Liliana Rendón.
– «Hace falta innovar, hay que utilizar armas de represión no letales como las que producen descargas eléctricas»: Pacho Santos, a propósito de las marchas estudiantiles.
Y las hay también para los discípulos del maestro Sabas Pretelt, para quien «la política es dinámica». Recordemos que «solo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias»:
– «No me subo a una tarima con Uribe»: Lucho Garzón, meses antes de bailar el Aserejé con el expresidente Uribe.
– «Debemos defender, continuar y mejorar la inmensa obra y el legado de nuestro presidente Uribe. Vamos a animar esto: ¡viva el Presidente Uribe!»: Juan Manuel Santos durante su campaña presidencial.
-«El Partido de la U está obrando con lealtad a Santos»: Juan Lozano.
-«Uno le es leal a las ideas y sobre todo al país (…) Yo no he cambiado mis posiciones. Yo respondo al interés nacional»: Roy Barreras.
No hay conclusión que valga para estas tristes frases «célebres». Quizás el asesor venezolano J.J. Rendón es quien mejor ha resumido esta tragedia nacional, al afirmar -sin sonrojarse- que «eso de la ética es para los filósofos». Sin duda, a la política colombiana le sobran frases y le faltan ideas; lo que le sobra en cinismo, le falta en filosofía. Nunca es tarde ¡maestros!
Columna de Angela Robledo para el periódico La Patria