Angélica Bello: el coraje de una mujer

Escribo desde el dolor, la indignación y, quizás, desde la impotencia. Impotencia por haber denunciado sistemáticamente violaciones de derechos humanos y sentir que no pasa nada. Ratificar que hay una enorme impunidad legal, social y moral frente a estos delitos y más aún, frente a los delitos sexuales que ocurren en el marco del conflicto armado. Si esta guerra no para, Colombia no será. La paz no da espera.

 
Con este dolor despedimos a la compañera y amiga Ana Angélica Bello Agudelo quien murió de manera extraña en Codazzi, Cesar, el pasado sábado 16 de febrero a las 10:50 p.m. Las autoridades dicen que se suicidó, yo no lo creo.
 
Como lo hemos repetido quienes pudimos trabajar con ella, Angélica nos legó su temple, su convicción por la búsqueda de la justicia, su capacidad de resurgir como el ave fénix de entre las cenizas, para convertirse en una líder, gestora de dignidad y activista de derechos humanos.
 
Conocí a Ana Angélica Bello Agudelo el 8 de junio de 2011. Organizamos un debate de control político al gobierno nacional, con el representante Iván Cepeda sobre la situación que viven las mujeres víctimas de violencia sexual, en el marco del conflicto armado. Denunciamos allí varios casos para demostrar como el cuerpo de la mujer, en estos contextos, es tomado como botín de guerra. El cuerpo de Angélica no fue la excepción.
 
En este debate Angélica presentó su testimonio, para permitirnos a quienes estábamos presentes, sentir con ella su padecimiento, sus pérdidas, su duelo pero también saber de su resistencia. Nos contó cómo su cuerpo y el cuerpo de sus hijas había sido tomado por los paramilitares como herramienta para amilanar su fuerza y obligarla a desplazarse en cuatro ocasiones, como lo ratifica Pilar Rueda, defensora delegada para la niñez, la juventud y las mujeres. Ese día insistió en la urgencia de la atención psicosocial, en especial para las mujeres. Desde ese momento me impresionó su fuerza sutil y contundente. Con su lenguaje desparpajado y fuerte defendía sin temor sus derechos y, ante todo, los derechos de mujeres víctimas de violaciones de derechos humanos, en el marco de este conflicto armado.
 
Angélica nunca se amilanó ante los poderosos, en el año 2000 en Casanare se presentó ante el paramilitar Martín Llanos, para reclamar sus dos hijas, de 9 y 14 años, quienes habían sido secuestradas y convertidas en esclavas sexuales. Sus hijas, le fueron devueltas, pero tuvo que salir de allí, así inicia su itinerario de desplazamientos. Siempre habló con franqueza y verdad. Trabajó con colectivos de mujeres, organizaciones sociales, organismos nacionales e internacionales en defensa de los derechos de las mujeres. El pasado 9 de enero, ante el presidente de la República, en reunión del Comité Ejecutivo para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas de nuevo le exigió, con toda claridad, darle cumplimiento a la ley 1448 en lo relacionado con la atención psicosocial. Atención que se convierte en proceso fundamental para reparar, renovar, reconstruir la propia existencia de las víctimas en Colombia.
 
Me uno a la solicitud que tanto la defensora delegada para la niñez, la juventud y las mujeres, como la Corte Constitucional han formulado al Gobierno Nacional y a la Fiscalía, para adelantar una investigación seria, pronta y con resultados y poder aclarar las circunstancias reales de su muerte.
 
Presidente Juan Manuel Santos, directora de la Unidad de Atención y Reparación a las Víctimas, ministro del Interior, ministro de Defensa, ministro de Salud, Fiscal general de la Nación, si quieren realmente reparar la muerte de Angélica Bello, si quieren hacer un reconocimiento real a cuanto significó su vida y su lucha, no les va a resultar suficiente con haber hecho un pronunciamiento público ofreciendo excusas o haber asistido a su entierro. Muevan todo el aparato institucional, dentro de la ley, para que este hecho se aclare y los casos de violencia sexual no queden en la impunidad, como viene ocurriendo. Implementen, de una vez por todas, aquello por lo que Angélica luchó siempre: la atención psicosocial para las víctimas. Sin formalidades, con acciones reales, prontas, con profesionales preparados y sensibles. Asuman a fondo y seriamente este mandato de la ley.
 
Columna para el periódico La Patria

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