Cambiemos las ‘zorras’ por la dignidad (Columna – Bogotá)
Mucho se ha hablado sobre la necesidad de sustituir los vehículos de tracción animal que hay en el país, más conocidos como ‘zorras’ o carretas. Y digo que mucho se ha hablado porque poco se ha hecho a nivel nacional para prohibirlas. Las excusas de los mandatarios han sido diversas: unos han reclamado falta de recursos, otros han apelado a la falta de legislación, otros han explicado la dificultad de lograr acuerdos con los dueños de las ‘zorras’.
La verdad es que en Colombia, a lo largo de estos años, ha faltado conciencia y voluntad política, pero nadie se atreve a reconocerlo. En el año 2010, el entonces Ministro de Transporte firmó el decreto que obligaba a los alcaldes locales a realizar las campañas de sustitución. Y, en aquella época, la única ciudad que se tomó en serio la orden fue Medellín, donde su Alcalde Alonso Salazar logró la sustitución de más de 230 ‘zorras’ que había deambulando por sus calles.
Bogotá, en cambio, le incumplió a los animales y a los carreteros durante estos tres años. Sólo hasta el pasado mes de febrero comenzó el proceso de sustitución, que aparentemente va por buen camino: a la fecha, más de 150 ‘zorras’ han salido de circulación, y la meta es recibir casi tres mil caballos de aquí a septiembre, plazo que fijó la Alcaldía de Gustavo Petro para terminar el proyecto, demostrando voluntad política para respetar a los animales y dignificar el trabajo de la gente.
Pero, más allá de los plazos y las cifras, la existencia de las ‘zorras’ en el país constituye otro triste ejemplo de la precarización de la vida en Colombia. No hay derecho que hoy en día 2890 recicladores tengan que transitar las duras calles bogotanas montados en un animal para poder sobrevivir. Tampoco hay derecho al maltrato al que son sometidos los caballos, víctimas de la indiferencia estatal, la pobreza y la falta de oportunidades laborales para sus dueños, los ‘zorreros’.
Porque los carreteros y recicladores no se movilizan en las ‘zorras’ por deporte, sino por física necesidad, la misma que usted y yo tenemos: lanecesidad de comer. Por eso, más allá de la prohibición de los vehículos de tracción animal, la discusión más importante tiene que ver con laprotección de los derechos humanos y el respeto a los animales.
De poco vale sustituir las ‘zorras’ si no aprovechamos para garantizarles a sus propietarios una vida en dignidad, que les permita desprenderse de un estigma que los discrimina: el hecho de ser llamados «zorreros», cuando deberían ser reconocidos como ciudadanos. Esa es la meta, Alcalde: la dignidad. Y sepa que cuenta con todo nuestro apoyo ciudadano para conseguirla.
ANGELA ROBLEDO
Representante a la Cámara por Bogotá
@angelamrobledo
Fecha: Mayo 3 del 2013