El Concejo de Bogotá es una vergüenza nacional. (Columna – Bogotá)
No nos digamos mentiras: el Concejo de Bogotá es una vergüenza. Varios concejales conservan su independencia y su honestidad, pero el llamado Cabildo Distrital fue cooptado por los delincuentes de cuello blanco, por las mafias de la contratación. Así parecen comprobarlo las investigaciones de los organismos de control, que viven descubriendo los desfalcos que sufrió la ciudad en los últimos años. Así lo han sugerido también los medios de comunicación, que han revelado más de un escándalo, en los que ciertos políticos suelen aparecer vinculados.
No es un secreto que la mayoría del Concejo guardó silencio mientras algunos concejales, contratistas y funcionarios públicos se robaban Bogotá durante la administración de Samuel Moreno. Varios de esos delincuentes viven amparados en la impunidad; permanecen libres, habiendo sido presuntamente responsables de tráfico de influencias, interés ilícito en la contratación, concierto para delinquir, peculado o cohecho. No son delitos menores, sino mayores. Tan graves que cualquiera se indigna con la lentitud y la negligencia de la justicia para investigarlos, condenarlos (si es el caso) y exigirles la devolución del dinero robado, que al parecer tienen escondido en los famosos paraísos fiscales.
Pero la lentitud de la justicia no es un tema nuevo, sino otra vergüenza diaria en este país, sumada a la larga lista de intolerables en Colombia. Más aún cuando el expersonero Rojas Birry y el excontralor Moralesrussi también fueron mencionados en los testimonios del cartel liderado por los Nule, al dejar convertir la ciudad en el negocio más rentable de la mafia. Tan inútil fue su gestión como supuestos guardianes de los recursos e intereses de Bogotá, que la corrupción y el clientelismo se tomaron los contratos del Cuerpo Oficial de Bomberos y el servicio de ambulancias. ¿Hay derecho a semejante saqueo? ¡Seguramente dirán que todo fue a sus espaldas!
Hasta el Partido Verde guardó silencio, por lo que decidí reclamarle desde el año pasado una investigación ética y un pronunciamiento oficial sobre el tema, así como la expulsión del concejal verde José Juan Rodríguez, a quien la Fiscalía le imputará cargos por interés indebido en la celebración de contratos. Porque no podemos tolerar que estos señores sigan votando proyectos en el Cabildo Distrital mientras se van a la cárcel, como alguna vez le propuso un expresidente a los congresistas.
Lo cierto es que ya no vale llorar sobre la leche derramada. Tampoco ayuda proponer la revocatoria del Concejo, pues no es hora de esos oportunismos. La mejor alternativa es el control político, la vigilancia de los recursos públicos y la indignación ciudadana, acompañada del voto libre y consciente en las próximas elecciones. Porque a Bogotá le hace falta un Concejo decente y transparente. La democracia colombiana así lo exige: no más ladrones elegidos por voto popular.
ANGELA ROBLEDO
Representante a la Cámara por Bogotá