La lucha por el reconocimiento del trabajo doméstico
Este año millones de mujeres “pararon” en más de 30 países del mundo para demostrar el valor de su fuerza laboral, erradicar las persistentes barreras de género que enfrentan en los espacios laborales y promover su empoderamiento económico.
En las principales bolsas de valores en todo el mundo Naciones Unidas promovió la iniciativa Toca la campana por la igualdad de género, para concientizar sobre el papel fundamental que puede desempeñar el sector privado en el avance del cumplimiento de la meta de un planeta 50/50 en el 2030 y su compromiso con erradicar las barreras y promover el rol de las mujeres en lo laboral.
Son más de 100 años de luchas de las mujeres por sus reivindicaciones labores. De allí nació esta conmemoración del Día Internacional de la Mujer cuando trabajadoras de una fábrica textil en Nueva York se alzaron en huelga para exigir la reducción de su jornada laboral de 16 a 10 horas y un salario igual al de los hombres y que costó la vida de más de 130 mujeres el 8 de marzo de 1908 tras un incendio en la fábrica en medio de la huelga.
En Colombia las brechas salariales para las mujeres son altas: la participación en el mercado laboral es 20% menos que los hombres y su desempleo está 5 puntos por encima de ellos. En tanto que la brecha salarial es del 20%, las mujeres dedican el doble -y las mujeres rurales tres y cuatro veces más- del tiempo a la economía del cuidado y están relegadas de los cargos de dirección en el sector económico.
Desde el Congreso y a partir del impulso de la Ley 1413 de 2010, que ordena la inclusión de la economía del cuidado en el sistema de cuentas nacionales dirigida a medir la contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país de iniciativa de mis colegas Cecilia López y Gloria Inés Ramírez, hemos puesto el tema en la agenda de las instituciones e impulsado el reconocimiento del trabajo doméstico tanto remunerado como remunerado.
El cuidado y la responsabilidad de la casa y el bienestar de la familia ha recaído desde siempre sobre los hombros de las mujeres sin reconocimiento ni social, ni político, ni económico. Estudios demuestran que ningún sector aporta tanto a la economía como el trabajo adicional que hacemos las mujeres gratis en el hogar: 19 puntos del Producto Interno Bruto dedicando unas 9 horas diarias, lo que significa para la economía unos 120 billones de pesos anuales y una sobrecarga laboral para las mujeres que redunda en su salud y bienestar.
Reconocer y pagar este trabajo invisible que hacemos las mujeres es uno de los retos de Colombia en este proceso de transición hacia la paz. Se trata de democratizar la casa a través del Sistema Nacional de Cuidado que no solo contabilice, reconozca y pague este trabajo, sino que disponga de políticas públicas que posibiliten descargar a las mujeres de estas triples y agotadoras jornadas.
Le corresponde al Estado comprometerse con mayores y mejores políticas de cuidado para la primera infancia, la universalización de la educación preescolar y la jornada única para la educación primaria y secundaria. Urge fortalecer políticas públicas de salud que no deleguen en las mujeres el cuidado de enfermos y convalecientes en casa y ofrecer una política de infraestructura urbana y de vivienda que permita a los hogares condiciones mínimas de servicios públicos y ojalá de dotación de electrodomésticos. Promover una cultura familiar de la corresponsabilidad en casa y erradicar del imaginario que el trabajo doméstico es de exclusiva responsabilidad de las mujeres, ello implicaría una verdadera revolución cultural.
Es clave que el sector educativo revise y promueva la erradicación del trabajo doméstico para las niñas quienes debido a esta práctica dedican mucho menos tiempo a actividades escolares: mientras 29% de niñas se dedican exclusivamente al estudio, el 36% de los niños lo hacen. “El porcentaje de niñas y adolescentes dedicadas a oficios del hogar (67%) es mayor que la de niños y adolescentes masculinos (54%)” anota el estudio Mujer y Movilidad Social (2013), realizado por la Universidad de los Andes y liderado por Juan Camilo Cárdenas.
Ahí vamos las mujeres reivindicando nuestros derechos y logrando la revolución silenciosa más importante de todos los tiempos. Aun falta mucho, persiste la pandemia del feminicidio, las violencias contra las mujeres no cesan y la impunidad es total, seguimos liderando las cifras de pobreza y exclusión. Sin embargo, esta agenda de empoderamiento económico sin duda permitirá quebrar los ciclos de violencia y pobreza e impactar positivamente la construcción de la democracia y la paz con justicia social que tanto anhelamos en el país.