La Paz sin remedio. Por Carlos Monroy
Para nadie es un secreto acerca de los hechos y atentados criminales que periódicamente realizan las FARC en el país; cobrando la vida de miles de inocentes civiles que están contribuyendo poco a poco con el país. Sin embargo, las negociaciones del gobierno y las FARC acerca de un posible cese al fuego se ven más lejos de lo que parece. Primero, empezamos con el secuestro del general Alzate Mora, quien fue aprehendido por el grupo subversivo en una zona de alto riesgo como el Chocó. Al momento en que el gobierno colombiano supo acerca de la nefasta noticia sobre el secuestro del militar, inmediatamente le comunicó a los delegados de los diálogos que suspendieran el encuentro con las partes (Las FARC) en la Isla para seguir desarrollando los avances o los puntos objeto del acuerdo para llegar a una paz. Quimera, pero paz. De aquí asalta una pregunta: ¿será que las FARC tienen la voluntad verdadera para poner en fin el conflicto que ha estado perturbando la paz de los colombianos por más de 50 años? La pregunta parecería evidente. Un no. Pero las circunstancias que ameritan el desarrollo de los diálogos para poder alcanzar la paz son más paupérrimas a medida que se hacen conocer las reuniones y los puntos que no han sido conocidos en su mayoría por los colombianos.
Posteriormente, y en un hecho muy reciente, el atentado del grupo terrorista de las FARC en la isla Gorgona es un hecho del cual evidencia, una vez más, la acción criminal y la falta de voluntad del grupo guerrillero en dejar las armas y generar un acuerdo de paz. Si eso sigue ocurriendo como ha ocurrido en muchos sectores del país, ¿qué se podrá esperar a futuro? ¿Será que seguiremos convencidos que la paz se va a lograr alcanzar cuando los guerrilleros siguen atentando contra la estructura del Estado colombiano y los derechos de la nación? Son preguntas en las que debemos reflexionar bastante para no seguir cometiendo eufemismos sobre el embeleco proceso de paz que está llevando, cada vez más, a la ruina de los intereses del Estado y el escepticismo del pueblo colombiano.
La paz se logra a través de un proceso bilateral mediante el cual, las partes deben poner sus respectivos puntos de vista en aras de contribuir al desarrollo de los intereses de la nación; evitando en mayor parte, que se siga generando un conflicto armado como los años precedentes; que el gobierno deje la pasividad y empiece a arremeter contra los criminales que fomentan el desorden y el desosiego de la población.
El día que el gobierno colombiano escuche el clamor del pueblo cuando se levante en arengas clamando justicia y verdad sobre estos diálogos que no han contribuido en ningún punto de vista, seguramente se tomarán las medidas necesarias y preventivas para no seguir generando más violencia como la que se está viendo. ¿Cuál proceso de paz: de seguir matando civiles no participes de esta guerra hostil? Se debe pensar seriamente sobre qué quieren las partes para conseguir la anhelada paz de Colombia, especialmente el Gobierno colombiano, si va a ser aquiescente o pasivo frente a los ataques caprichosos y criminales de las FARC.
Por: Carlos Monroy
Nota: opiniones de nuestros columnistas invitados no pertenecen ni reflejan necesariamente la opinión de la Representante Angela Robledo.