Niñez indígena, entre la exclusión y el exterminio
Esta época de la Navidad, donde muchos niños y niñas en Colombia, se reúnen en familia para rezar la novena, cantar villancicos al son de la pandereta y las maracas, no es la Navidad que pueden disfrutar las niñas y los niños indígenas de nuestro país. Estos niños que pertenecen a 120 comunidades, mueren de hambre y desnutrición, en medio de la desesperanza y la indiferencia del Estado y la ciudadanía. Pareciera que ni la Convención de los Derechos de la niñez, ni la Constitución colombiana, ni la tan esperada Ley de Infancia y Adolescencia hubieran podido atravesar la espesura de nuestras selvas y el ancho caudal de los ríos, para garantizar y proteger la vida, la salud, la educación, el hábitat y la alegría de los niños y niñas indígenas, que por años, décadas y centurias han sobrevivido en medio de la guerra y del brutal exterminio.
Su historia no ha cambiado mucho desde la llegada del primer barco español a territorio americano. Los indígenas han sido expulsados, excluidos, explotados y ultrajados. Desde entonces, pasando por la conquista, la colonia, la independencia, la creación de estados americanos, las transformaciones del siglo XX, la vida y dignidad de los indígenas no ha sido respetada. Los indígenas, en especial las niñas y niños, siguen incrustados en una guerra que les resulta ajena. Sus tierras han sido arrasadas, al igual que sus cultivos, sus creencias, su cultura. Así como en la conquista se apropiaron y explotaron de su fuerza de trabajo, sus riquezas, sus tierras, hoy continúan azarosamente viviendo en medio del fuego cruzado, de los intereses de quienes invaden y destruyen sus territorios ancestrales, con grandes megaproyectos que en muchas ocasiones los obligan a desplazarse de sus tierras y a llegar a una vida incierta en las grandes ciudades.
Por todo lo anterior, el pasado 24 de noviembre en el Congreso de la República, con el Representante caldense, Hernando Hernández y el apoyo de varias organizaciones, Fundación Caminos de Identidad- FUCAI, Defensa de niños y niñas Internacional DNI, la Organización NacionalIndígena – ONIC, que trabajan directamente en los territorios con estas comunidades, advertimos al nuevo Director del ICBF, Diego Molano, en un foro, sobre la grave situación que viven niños y niñas indígenas, sobre sus condiciones: la desnutrición, la cual registra niveles del 7,5% , es decir más del doble que el de los demás niños colombianos; el difícil acceso a los servicios de salud y educación; las inadmisibles tasas de mortalidad infantil en menores de un año, consideradas una de las más altas del mundo, como es el caso de la comunidades Emberá, de 142 por mil al año, Pueblo Awá de 166 y 200 en el Pueblo Yukpas; el reclutamiento de niños y adolescentes en ejércitos irregulares, el cual se dice es cerca del 12%. Hechos todos que ponen a nuestro país en una grave situación de violación de los derechos humanos fundamentales de la niñez indígena, con el altísimo riesgo para el presente y el futuro de estas comunidades.
Es inaceptable que los niños y niñas indígenas mueran o tengan que amputarles sus piernas o brazos, porque no tienen suero antiofídico en sus resguardos o porque no cuentan con jeringas para aplicarlo. Es inaceptable que mueran por enfermedades como infecciones respiratorias y diarreicas, tuberculosis, y paludismo, entre otras. Es intolerable que dilaten la atención en el servicio de salud por trámites ante las EPS. Es inadmisible que sus adolescentes terminen explotadas y abusadas por los guerreros. Es intolerable que reciban sus clases en medio del fuego cruzado, como sucede día a día en el norte del Cauca.
Resulta imperativo desarrollar una pronta y efectiva política pública que en el marco de las tradiciones, saberes y autonomías, de las comunidades indígenas, les permita a éstas, de manera corresponsable con el Estado y la sociedad colombiana, cuidar y proteger la vida de nuestros niños y niñas indígenas. Si ellos mueren, es Colombia entera la que pierde.
Columna para el periódico La Patria