Ventilador marca Centro Democrático. Por: Carlos Monroy
Gran sorpresa me llevé, como muchos millones de colombianos, al escuchar y leer las declaraciones del señor Andrés Sepúlveda “el Hacker” en el que involucra a altas personalidades de la vida política y militar, partícipes de las interceptaciones ilegales que se produjeron durante la campaña a la presidencia de la república de este año. Esas declaraciones, que tienen mucho condimento vehemente pero mendaz a la vez, asaltan la duda de muchos de nosotros que estamos dispuestos a conocer la verdad; que no hayan tergiversaciones de testimonios que alteren la naturaleza del proceso, la realidad de los hechos y, sobre todo, personas que se quieren ocultar en la sombra de la impunidad para que no sean aprehendidos y procesados por la justicia colombiana.
Es curioso escuchar nombres de políticos que pertenecen al movimiento político del ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, Centro Democrático. Me ahorraré el tiempo y el espacio para decir los nombres de los “altos” funcionarios del Estado que los colombianos ya saben porque lo han escuchado en boca del acusado, es decir, de Andrés Sepúlveda, que, según sus versiones, estuvieron con él cuando realizaban la empresa criminal de obtener información confidencial mediante medios tecnológicos de alta gama para entorpecer los planes y el trabajo del gobierno actual, entre otros y principalmente, el proceso de paz. He de aceptar que no soy partidario del proceso de paz que se está llevando a cabo en La Habana, Cuba; si alguien me pregunta ¿por qué? Mi respuesta sería porque no hay que tener cinco dedos en la frente para poder presenciar los hechos terroristas que cometen los grandes bloques del grupo subversivo que han tomado gran auge y dominio en casi todo el territorio nacional y que sigue cobrando la vida de más civiles no partícipes de esta guerra hostil que ha perdurado por más de 50 años a través de sus crímenes y ataques terroristas. Pero ese no es el punto.
El punto es ver que los medios de comunicación, mediante documentos y videos de fuentes que ofrecen serios motivos de credibilidad, han sacado a la luz pública, las actuaciones y comportamientos de esos “padres de la patria” que buscan poner en alto el nombre de nuestro país. ¿No es algo paradójico que, mientras estamos en un Estado Social de Derecho, es decir, donde el Estado debe velar por las garantías y los intereses de cada uno de nosotros los ciudadanos, estemos en frente de un plan en el que muchos buscan provecho para poder hacer con el país lo que les plazca? Sonará un poco dura la pregunta reflexiva, pero sería bueno que nos pusiéramos a pensar, aunque sea un poco, en qué manos ponemos nuestros intereses.
Un escándalo tras escándalo, un hecho tras otro, una persona que reclama por la garantía de sus derechos, cómplice de uno o varios delitos, como Andrés Sepúlveda, y el séquito de políticos y funcionarios involucrados en el actuar criminal, ponen en vilo la credibilidad de millones de colombianos de cara a la política que se está ejerciendo en este país. Un ventarrón se aproxima en la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, en el que muchos sentirán el bochorno o el calor que les producirá el ventilador marca “Centro Democrático” que su fabricador, Andrés Sepúlveda, encendió para brisar todas las declaraciones en el que en vez de sentir un aire, un fresquito, les acalorará con cada palabra que salga del hacker.
Por: Carlos Monroy
Nota: Opiniones de nuestros columnistas invitados no pertenecen ni reflejan necesariamente las opiniones de la Representante Ángela Robledo.